Publicado en: Sun, Apr 21st, 2013

La isla del día de antes – Umberto Eco

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class=”alignleft size-medium wp-image-2623″ title=”La-isla-del-día-de-antes” src=”http://www.librosdearena.com/html/wp-content/uploads/2012/07/La-isla-del-día-de-antes-204×300.jpg” alt=”” width=”204″ height=”300″ />Escritor por: EUL

Sinopsis

Roberto de la Grive, entre julio y agosto de 1643, después de un naufragio, vaga durante días en una balsa hasta encontrar una nave, la Daphne que se encuentra en una bahía a una milla de una isla. La nave esta aparentemente desierta. Poco a poco, mientras lleva a cabo la inspección del barco, observando el entorno, recupera sus fuerzas y escribe cartas a una señora narrando los sucesos acaecidos y episodios pasados.

Crítica

Este libro es recomendado por un fiel seguidor de este blog ,  me ha enviado la crítica literaria de este libro y  el cual quiero compartir con las personas que leen este blog y aprecian el arte de leer.

El escritor de este libro es un autor que podemos catalogar de clásico contemporáneo, Umberto Eco, de hace poco menos de 2 décadas. Me refiero a La isla del día de antes, una novela bastante interesante, en la cual se entrelazan de una forma cautivadora la historia, astronomía, geografía, ciencia ficción, el arte de escribir, religión, filosofía, alrededor una búsqueda de amor en la cual el relator de la misma, trata de situarnos en el estado de Roberto de la Grive, un caballero del norte de Italia a mediados del siglo XVII, al cual lo encontramos en un extraño nivel de soledad, al encontrarse como único habitante del Daphne, un barco neerlandés que ha naufragado y que tiene como único refugio a su señora.

Nos dirigimos hasta los años de infancia de Roberto, que jugarán un un papel destacado en su futuro naufragio, sus primeros lances en la vida a mediados del asedio de la Rochelle, en donde empieza a formar aquellos conceptos que fueran mencionados al principio, por múltiples mentores de diferentes matices, desde su padre hasta aquella aldeana que se muestra como un primer roce discreto con el amor, que lo llevan a ‘autoexiliarse’ en aquella París que cumpliera con sus expectativas que la guerra le dejara inconclusas, al ir perdiendo en la guerra a cada uno de sus instructores.

En esta urbe, Roberto podrá consolidar y fortalecer aquellas bases planteadas, en particular gracias a aquella infancia ya lejana y que si bien le sirven para empezar a empatizar con quien su soporte principal para su futuro, le ocasionan la declaración de criminal por parte del cardenal Mazzarino, antiguo y lejano compañero de armas en el sitio en la Rochelle, el cual le ofrece como única opción de redención que actúe como espía en favor suyo en un barco que se dirige hacia la Terra Australis, en busca del misterio del punto fijo y de como trata de ser resuelto por un grupo de pasajeros británicos.

A medida que se alarga su estancia en el Daphne empieza a descubrir una serie de coincidencias del destino de viaje de los botes, además de la sospecha de no ser el único habitante del barco, que lo lleva a cuidarse al máximo, debido a la peligrosidad de quienes fueran sus perseguidos en el Amarilis. Su recorrido en este barco y el cumplimiento de misión se hacen mas amenas gracias a la compañía de un caballero maltés, hasta que Roberto, poco después de descubrir lo hecho por los británicos en pro de su objetivo, se ve obligado a intercambiar de barco, por obra de la naturaleza. En este punto del relato encuentra con el intruso del barco, quien en realidad habitaba el Daphne antes de la llegada de Roberto y será su último y definitivo maestro, confirmando sus sospechas acerca de la coincidencia de encontrar el meridiano antípoda por este sacerdote si bien el cómo y el porqué de su búsqueda difieran totalmente de los británicos, descubriendo que entre el Daphne y el punto mas cercano a tierra firme, una isla, se encuentra aquel meridiano convirtiendo el llegar la isla en el objetivo de los naúfragos, y en la búsqueda de este objetivo, terminará de nuevo siendo la única compañía de Roberto su señora, presentada de como aquella isla tan remotamente cercana.

Esta combinación que vemos entre los diferentes pensares de los personajes, desde Saint-Savin hasta el Padre Caspar, que se confabulan para llevarnos a encontrar a “la condición de la Felicidad”, hacen de este libro todo un manjar de aquellos que gozamos de la curiosidad del conocer y del aprender. Así pues, espero con esta carta poder motivarte (y a quienes me acompañan en tu blog) a leer esta novela y a disfrutarla por completo (si bien el remitente ha quedado prendado por los capítulos noveno y trigésimo séptimo.